Y justo cuando al fin pude declararme
joven casto y puro por convicción y no por vocación, no sé que pudo ocurrir con
mis deseos de volar hacia la felicidad.
Una mañana de octubre desperté y me fui a
la ciudad a buscar una máscara, cuando al fin encontré la más exótica y moderna
decidí adueñarme de ella y llevarla conmigo, por la noche bañé mi cuerpo y puse
perfume sobre mi piel, la noche fue propicia para estrenar mi máscara, combinaba
perfectamente con mis ganas de ser libre
y de encontrar la felicidad.
Tus sueños son inalcanzables me gritaban
al oído, yo con una sonrisa a medio fingir me quedaba mirándoles y pensaba… que
sabrán ellos lo que yo deseo, y que me importa a mí lo que ellos deseen para mí,
yo solo deseo volar hacia la felicidad.
No importa tanto el camino, ni si llegas
a la meta o no, importa más la perspectiva con la que mires hacia el horizonte,
porque el norte del norte no existe, solo el presente es real hoy en día.
Y ahí quedarme para siempre, con mi máscara
puesta eternamente creyendo que todo es posible.
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