viernes, 12 de octubre de 2012

El tiempo y yo nos hacemos eternos


Y justo cuando al fin pude declararme joven casto y puro por convicción y no por vocación, no sé que pudo ocurrir con mis deseos de volar hacia la felicidad.

Una mañana de octubre desperté y me fui a la ciudad a buscar una máscara, cuando al fin encontré la más exótica y moderna decidí adueñarme de ella y llevarla conmigo, por la noche bañé mi cuerpo y puse perfume sobre mi piel, la noche fue propicia para estrenar mi máscara, combinaba  perfectamente con mis ganas de ser libre y de encontrar la felicidad.

Tus sueños son inalcanzables me gritaban al oído, yo con una sonrisa a medio fingir me quedaba mirándoles y pensaba… que sabrán ellos lo que yo deseo, y que me importa a mí lo que ellos deseen para mí, yo solo deseo volar hacia la felicidad.

No importa tanto el camino, ni si llegas a la meta o no, importa más la perspectiva con la que mires hacia el horizonte, porque el norte del norte no existe, solo el presente es real hoy en día.

Y ahí quedarme para siempre, con mi máscara puesta eternamente creyendo que todo es posible. 

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