Siempre que le miraba me peguntaba que se
sentaría tocar su cuerpo y sentir sus labios en mi piel. Mis emociones y
pensamientos me mataban. La curiosidad era infinita.
Pero en el fondo sabía que era un sueño imposible.
Yo nunca creería jamás en los amores platónicos, y me negaba ciegamente a creer
que ese doctor que se sentaba a tomar café solo en una mesa podría ser al fin
mi primer amor platónico, eso quizás era imposible.
Yo pasaba de lejos y le observaba
mientras seguía mi camino… y soñaba.
Pero un día me detuve a comprar un café,
el lugar estaba repleto, le miré y me invitó a compartir la mesa, mientras me dirigía
hacia él nuevamente pensaba si ese
momento que tanto había soñado al fin se cumpliría, o era una historia que mi
cabeza estaba inventando todo era posible en el nuevo mundo moderno, me
parecieron interminables los segundos que tardé, al fin pude sentarme y poner mi café sobre la
mesa, levanté mi mirada y ahí estaba él mirándome con una sonrisa, si era la
misma imagen de mis locos sueños pasados.
Devolví la sonrisa con un saludo, hermosa
la tarde intenté susurrarle al oído. . .
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